Quilmes y Peñarol volverán enfrentarse esta noche a las 21 con el objetivo de clasificar al Super 8. También estará en disputa la Copa «Convivencia en Positivo», creada por el municipio.
A cuarenta y ocho horas del duelo del lunes, otra vez irá la pelota hacia arriba en el Polideportivo y Quilmes y Peñarol se verán las caras por la Liga Nacional de Básquetbol. Este partido tan especial, tan fuerte de por sí que casi no necesita condimentos adicionales, estará de todas formas enriquecido desde varios ángulos.
En primer lugar, el vencedor se asegurará su participación en el Super 8, un logro de por sí importante y muy significativo para Peñarol, actual campeón del certamen y el equipo que lo ganó más veces.
Segundo, quien gane dará un paso fundamental para «abrochar» el segundo lugar de la primera fase en la Conferencia Sur. Esa posición le permitirá a su poseedor jugar como local el cruce clasificatorio al Final Four del Super 8, que se disputará en Santiago del Estero durante la tercera semana de diciembre.
Por último, al término del cotejo se entregará la Copa «Convivencia en Positivo», puesta en juego por la comuna durante esta doble confrontación que comenzó con el clásico del lunes. Para arrebatársela a Peñarol, Quilmes debe imponerse por quince o más puntos.
Más allá de estas cuestiones, para ambos el partido supone una oportunidad de superación. Para Peñarol representa la chance de ratificar una producción ofensiva importante a partir de lo mucho que jugó Adrián Boccia. Pero también la ocasión de seguir metiendo en el equipo a Justin Ray Giddens, de aceptable presentación. Y de dejar atrás los altibajos defensivos que ha sufrido durante buena parte de la primera fase.
Para Quilmes el partido es la ocasión de tomarse un rápido desquite y de olvidar pronto una mala actuación. Si bien el equipo «tricolor» volvió a resolver situaciones ofensivas de forma individual, la cosecha de puntos fue más o menos la corriente y con habituales repartos de protagonismo.
Lo que debe haber dejado realmente preocupado a Ramella fue el funcionamiento defensivo de su conjunto. En una noche apenas discreta de Leonardo Gutiérrez. Pero Quilmes casi nunca pudo con Boccia. Y hoy el entrenador debe estarse preguntando cómo resolver el problema. Si proponer ayudas o no sobre el rosarino, muy útil para abrirles espacios a sus tiradores. En cualquier caso, el DT sabe que ochenta y ocho puntos en contra son inaceptables y que prácticamente equivaldrían a otra derrota.
La incógnita por el lado quilmeño es si podrá jugar aunque sea algunos minutos el misionero Diego Romero, quien viene recuperándose de un desgarro. Siempre se especuló con que podría estar, aunque sea un rato, en el cotejo de esta noche. Su equipo necesita y mucho una presencia más fuerte, y un recambio más, en el poste bajo. La buena noticia en las filas ?tricolores? fue la reaparición de Lucas Ortiz, bienvenido para hacer más larga la rotación.
Peñarol, en cambio, afronta el partido sin bajas. Una rareza a lo largo de una primera fase en la que tuvo varios problemas de lesiones.
Informe: La Capital