¿UN ACUERDO DE ESPALDAS AL MUNDO?

La decisión de Putin de concentrar las acciones militares en la zona del Donbás, el paso al frente de la OTAN y la presencia de Biden en la zona parecen indicar que ya negocian un plan de salida.

El Ministerio de Defensa ruso ha afirmado que la “primera fase” de la “operación” está “prácticamente concluida” y que su objetivo es “controlar” la región del Donbás, al este del país. Esto aparenta ser una rebaja de sus objetivos militares iniciales, en los que, en palabras del presidente ruso Vladímir Putin, se pretendía la “desnazificación” de Ucrania.

Y si bien no descarta continuar con la presión sobre Kiev y otras regiones del país, los observadores internacionales descuentan que el anuncio puede significar una disminución y hasta un cese del fuego en los próximos días.

Todos saben que Putin es partidario de negociar desde una posición de fuerza -cada vez que las delegaciones de ambos países se han reunido los bombardeos se incrementaron durante el tiempo de negociación- pero en este caso se trata de una cuestión de fondo que estaría insinuando que tal vez Ucrania haya aceptado que el Donbás quede bajo influencia rusa.

Paralelamente la férrea unidad de todos los países integrantes de la OTAN y el cierre del cerco de las sanciones sobre la economía y las finanzas del agresor, que no solo ya están causando estragos en su clase dirigente sino que ha disparado versiones acerca de un movimiento en ciernes para eliminar del poder al propio Vladimir Putin, pueden haber convencido al líder ruso de la necesidad de poner un límite a la campaña militar y evitar así males mayores.

Para completar el panorama Rusia ya no tiene el control total sobre Jersón, la más importante de las ciudades que el ejército ruso ha logrado ocupar en la guerra. Esta tarde, el Ministerio de Defensa ruso había afirmado que controlaba en su totalidad la provincia de Jersón, fronteriza con la Crimea anexionada por Rusia pero ahora se sabe que esto no es así.

Y la presencia del presidente de los EEUU Joe Biden a pocos kilómetros de la frontera polaca con Ucrania, se ha convertido en todo un símbolo de la unidad de la coalición internacional que Putin debe enfrentar, con escasos argumentos para superar la diferencia de fuerzas.

El Gobierno estadounidense y el Ejecutivo comunitario han llegado a un acuerdo para incrementar en 15.000 millones de metros cúbicos el suministro anual de gas hacia los socios comunitarios. El salto supone un 68% más en relación con 2021, pero es una cantidad que aún queda muy lejos de poder compensar las importaciones rusas de gas natural, unos 155.000 millones de metros cúbicos al año.

El pacto, por tanto, cubre apenas un 10% pero, sumado a las incipientes negociaciones con Venezuela para duplicar la producción petrolera en ese país y los acuerdos de la UE con Canadá, México y oros países para suplantar el gas ruso, parecen marcar una tendencia que afectará fuertemente los intereses del país agresor.

Por eso es que por estas horas no son pocos los que apuestan a un acuerdo «elegante» que permita a Putin una retirada lo más honrosa posible -pese a lo que no podrá evitar las fuertes tensiones internas en su país y las consecuencias de sanciones que no serán inmediatamente levantadas- que se habría logrado a través de canales extraoficiales y que se explicitará más en los hechos que en las palabras.

Algo así como un «ni vencedores ni vencidos» logrado sobre la sangre de rusos y ucranianos que cayeron bajo el fuego de estos juegos del poder mundial mezclados con aventuras y delirios personales…