Si el rock de Rosario se reduce a Los Gatos, la Trova y dos o tres bandas de los años 90, como suele pensarse, eso quiere decir que hay otra historia. Fue lo que pensó Sergio Rébori cuando empezó a trabajar en Generación Subterránea, la otra historia del rock de Rosario
Una notable investigación plasmada simultáneamente en un libro, un disco y una muestra, que da cuenta de grupos, músicos, revistas y movimientos culturales de la ciudad que permanecían en su mayoría desconocidos, o en el mejor de los casos circulaban de manera oral o a través de evocaciones dispersas y parciales.
«Este libro no va en desmedro de la historia oficial —aclara Rébori—. Está todo bárbaro, pero lo que quería contar es lo que no se conoce, sobre todo haciendo hincapié en los años 60, 70 y parte de los 80. Ahí estaba lo fascinante del proyecto: no había registros, ni bibliografía para consultar. Tenía eso a favor, y también en contra».
Publicado con el apoyo del programa Espacio Santafesino, Generación Subterránea… se despliega también en una muestra que exhibe Plataforma Lavardén, con más de cien reproducciones de fotos, una colección de vinilos rosarinos, viejos afiches de calle, una exposición de ejemplares de Acuarela, Smog, Rocksario y otras revistas, un stand dedicado al locutor Poli Román, cassettes y objetos varios como el medallón que usaban los músicos del grupo El ángulo y un video de Charlie Bustos en el bar La Muestra.
Además, el libro viene con un disco que incluye entre otros temas «Enamorada de la perdición», de Lágrimas (1967), «Era un muchacho», de Palolo (1970), «No lo soporto», de Enigma, grabado a cinta abierta (1975), «Cucarachas para el desayuno», de Irreal, grabado durante un concierto en Tucumán (1980), el revulsivo «Está bien, muy bien, genial», de Cinema, el primer grupo punk, en vivo en el club Policial (1980) y «Tentando a la suerte», de Scraps (1998).
Rébori cuenta que empezó a escuchar rock a fines de los años 70: «Había muchos recitales en la sala Lavardén, por eso me interesaba que la presentación fuera en ese espacio. También en Luz y Fuerza, al lado de la comisaría, y en la Asociación Cristiana de Jóvenes, que se prestaba además para hacer las reuniones. También en algún club, en festivales organizados por los músicos. No importaba quién tocara ni el género, los íbamos a ver a todos. Sentíamos que había un nosotros irreductible. Era un respiro en la dictadura. También un ghetto, con nuestros códigos».
Desde entonces empezó a guardar grabaciones. «Por ejemplo, cuando tocaba Irreal, ellos tenían un cassette o alguna cosita que se vendía en el recital. Yo me acuerdo de haber ido a la casa de Juan (Baglietto) para comprar el cassette que venía con un afiche hermoso que había hecho David Leiva. O directamente si uno ya tenía amistad con algunos músicos la cosa era decir «che, vamos a tu casa con el grabador abierto y tocame las canciones». No había otra forma de tener un registro».
La investigación para el libro fue un largo trabajo. Con Virginia Giacosa, que hizo la edición de textos, «empezamos armando una ruta: la idea era hacer una reseña de lo que había sido Los Gatos Salvajes, porque hay hasta un libro sobre esa banda, y de ahí saltar a los años 70 que es donde se empieza a generar el movimiento del rock como cultura, cuando aparece no tanto como la música bailable que era en los 60. Pero al hacer las primeras entrevistas los músicos nos hablaban de grupos anteriores. Habían pasado cuatro meses y más que avanzar con el proyecto habíamos retrocedido diez años. Empezamos entonces desde más atrás».
Generación Subterránea… demuestra precisamente que no todo comenzó con Los Gatos Salvajes, o que por lo menos hubo otros grupos contemporáneos al de Lito Nebbia y Ciro Fogliatta. Los orígenes del rock de Rosario, dice Rébori, se encuentran en 1963 en el Club Francés (funcionaba en la Alianza Francesa, San Luis 846), con grupos como Dany Alfaro y sus Rocketts, Los Hurricanes, Los Dippers, Los
Halcones, Los Sabres y Los Vampiros
El libro incluye un cuerpo de redactores integrado por Edgardo Pérez Castillo, Juan Cruz Revello, Martín Pérez, Daniel Schreiner, Marcos Elguero y Marcelo Rossia y testimonios de Richard Grassi, Juan Chianelli, Diego Casanova, Fernando Vercelli y Ricardo Carbone, entre otros protagonistas del rock de Rosario. En la tapa el actor Omar Serra recrea la portada del primer disco de Almendra: «Cuando empezamos a hablar con los músicos nos decían que Los Gatos fueron importantes pero el día que se decidieron a hacer rock fue cuando salió ese disco», explica Rébori.
A partir de ese momento el rock comienza a establecer sus circuitos. «Nos conectamos con el Topo Carbone, que ya en los 60 tocaba en los bailes de carnaval —dice Rébori—. Con él empezamos a reconstruir esa época. Pasamos mañanas enteras en la Hemeroteca relevando las carteleras de los fines de semana y de los bailes en los clubes. En esa época empieza a ganar terreno el rock, no como lo conocemos ahora, sino en la mano del rock mexicano, Los Teen Tops, «La plaga», «Popotito» y el Club del Clan. Ciro Fogliatta, el tecladista de Los Gatos, contaba que él tocaba dixieland, tenía una banda de jazz, que era la música joven, y el rock empezaba a asomar en la periferia, en los barrios». Llegar al Club Francés era lo más parecido a una consagración en aquellos años.
Generación Subterránea… rescata a músicos como el percusionista Carlos Luchesse, «que no quería ensayar porque eso le quitaba espontaneidad a la música» y entre otros dedica un capítulo a Poli Román, el primer empresario dedicado al rock en la ciudad. También hay una revalorización de Charlie Bustos. «Lo íbamos a ver todos —agrega Rébori—. Más que a Fito, que ya estaba con sus primeros grupos. Una de las canciones más lindas de él es «Para arreglar las cuentas con Rosario», con letra de Beatriz Vignoli. Más de una vez lo llevaron preso por cantarla. Por ejemplo en uno de los recitales organizados por Poli Román en Carcarañá, en 1981, subieron dos policías al escenario cuando terminó de cantarla y se lo llevaron».
También están Irreal, Pablo El Enterrador, Tancredo y la explosión de los años 90. Y hay muchos otros hallazgos y redescubrimientos, además de material gráfico abundante e inédito. Grupos como Los Dangers (1964), que adaptaban sus repertorios según tocaran en pueblos, casamientos o boliches, Lágrimas, cuyo simple en el sello Odeón (1967) «puede ser considerado fundacional por estar cantado en castellano y por la calidad musical inédita para esos años» o Clericó, donde Enrique Llopis cantaba temas de The Who; movimientos como el Ateneo de Músicos Amigos de Rosario (1973), los inicios del punk en un altillo de la calle Viamonte, en barrio Parque y el blues de Contrabanda a principios de los 80; personajes como Palolo (Norberto Pardal), integrante de Los Demonios del Twist y Los Indómitos, coprotagonista, con Sandro, de la película Arriba juventud (1970) y premio a la Trayectoria en El show de AJ (2012). Generación Subterránea… saca a la superficie un capítulo fundamental de la cultura de
Rosario. Una historia con letra, música e imágenes. La muestra en Plataforma Lavardén (Sarmiento y Mendoza) puede visitarse de lunes a viernes, de 10 a 19, hasta el 5 de abril.
Toda la noche hasta que salga el sol
A propósito de Vitamina C, una banda formada en 1969, se lee en Generación Subterránea…: «(Ricardo) Topo Carbone recuerda aun hoy que en una oportunidad llegaron a tocar todo el día, desde el 20 de septiembre al 22. Comenzaron la noche del 20 en Zavalla (en la Sociedad Italiana) siguieron en la mañana del 21 en un Country de Funes, de ahí a un festival en Rosario Central, donde entre otros compartieron escenario con Sandro y en la madrugada del 22 terminaron en la confitería La Notte. En otra ocasión fueron contratados por (Ercilio) Gianserra para tocar en un club de San Martín Norte (en el límite con Chaco) con el nombre de Safari, grupo famoso de Buenos Aires. Todo iba bien. Los ovacionaban hasta que se dieron cuenta que no eran el original Safari y los echaron a monedazos. Días después el mismo Gianserra comentó en su programa de radio: «Cuidado que hay grupos de Rosario que se hacen pasar por grupos famosos de Buenos Aires»».