(Redacción) – Cristina y su gente saben que la muerte de Nisman representa un daño mayor al gobierno. Intentan, a los manotazos, tapar los agujeros del fuselaje oficial.
Ahora parece no importar ya porque Alberto Nisman adelantó su regreso a la Argentina. La estrategia pasa por descalificar a los supuestos agentes de inteligencia que le proveyeron información y mostrar al fiscal no ya como una «vocero de los grupos mediáticos concentrados» sino como un «ingenuo comprador de pescado podrido».
Mañana será otra cosa…
Herido y asustado el gobierno sabe que la sociedad lo mira con desconfianza y que más del 70% de los argentinos creen que la denuncia del fallecido fiscal es cierta. Un porcentaje que asusta, aunque más lo hace el otro que surge de todas las encuestas realizadas en las última horas: el 82% de los consultados afirman que la muerte de Alberto Nisman es un asesinato.
Y aquí radica la gran preocupación de los hombres del poder; el caso Nisman parece haber perforado el límite de la paciencia de la gente y el malhumor social se pone ahora en evidencia con una fuerza que surge detrás del primer shock paralizante que generó la noticia.
Mañana será otra cosa...pero ya nada volverá a ser como antes.