(Por Adrián Freijo) – La muerte del “Negro” Jorge Kristiansen nos ha enlutado a todos los que hemos hecho de la radio una forma de vida. Porque él era esencialmente “la radio”.
Una voz inigualable, un respeto por la audiencia que iba mucho más allá de lo meramente profesional y una concepción artesanal del trabajo de comunicar hicieron de Jorge un profesional distinto, confiable, talentoso.
Siendo esencialmente un creativo, faceta de su vida que canalizaba en su vocación actoral y literaria, nunca cedió a la tentación de aparecer él por encima del texto.
Ya fuese artístico o comercial, musical o glosado, lo que Jorge decía siempre estaba por arriba de quien lo decía.
En esta hora de veleidades en la que todos quieren ser más importante que la noticia o el texto, será difícil reemplazar a un profesional de la madera del Negro y seguramente imposible encontrar una voz que lo iguale. Y es que la voz, sin alma ni humildad, deja de ser esa música maravillosa que uno sentía al escucharlo, para convertirse en una suma de sonidos sin sentido alguno.
Pero quiero aquí recordar la otra cara de Jorge Kristiansen, la del tipo corajudo, comprometido con su manera de ver las cosas y naturalmente entregado a lo que él pensaba que era lo correcto.
Allá por 1987 me tocó vivir una de las tantas circunstancias difíciles de la vida profesional. En un país que ha hecho de la censura una forma cultural, las autoridades de LU6, por entonces en manos del estado, resolvieron que ya era tiempo de callar una voz que les molestaba.
Comenzó entonces un largo camino de lucha y de protesta que terminó con la recordada huelga de hambre en la puerta de la emisora.
La orden era tajante: de eso no se habla.
Compañeros de trabajo de muchos años pasaban a mi lado, bajaban la cabeza y seguían de largo; sabían que en ello les iba el trabajo.
Uno sólo resistió la orden: Jorge Kristiansen. Todas las tardes se sentaba a mi lado, me acompañaba y se solidarizaba, sin ser por entonces mi amigo. Demostraba de esa manera que a él nadie le imponía comportamientos y que era capaz de tener sus propias visiones y tomar sus propias decisiones.
Me acompañó hasta el final y celebró conmigo cuando aquella odisea llegó a su fin (foto).
Así era este Negro, un profesional inigualable y sobre todo un tipo coherente con sus ideas.
Sabía que iba a pagar un precio y sin embargo lo pagó, como siempre hizo en la vida.
Mi recuerdo, mi homenaje, mi admiración y sobre todo…mi sensación de que la radio de la calidad y la entrega comienza a hacer mutis por el foro.
Descansá en paz Negro, te lo ganaste.