A un año de su abdicación Juan Carlos I se reunió a comer con todos los presidentes de gobierno vivos de su reinado. ¿Porqué esa convivencia no es posible en la Argentina?. La pregunta del futuro.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, y los tres expresidentes españoles con vida han compartido una cena con el Rey Juan Carlos con motivo de la conmemoración del primer año de la abdicación del monarca.
El encuentro homenaje ha tenido lugar en el famoso restaurante Casa Lucio, ubicado en la Cava Baja, en un ambiente «agradable» y con unos comensales que han mostrado una «sencillez arrolladora», según ha indicado Lucio, propietario del local.
La foto de los cuatro presidentes sentados en la mesa junto al Rey emérito ya forma parte de la Historia.
Pero esa misma foto nos obliga a preguntarnos acerca del porqué de la costumbre política argentina de hacer de la destrucción del antecesor y su obra casi una obligación política.
Las diferencias de visión política entre Aznar y Felipe, por sólo poner el caso de dos de los presentes en esa mesa, son de tal magnitud que ni siquiera vale la pena describirlas. Pero ello no los invalida para compartir una charla -en la que seguramente no estuvieron ausentes los temas de estado- y dar al pueblo español la imagen de una continuidad del estado (en este caso representado por el Rey) que cobija ese disenso y asegura la continuidad.
Un espejo en el que necesariamente tendremos que mirarnos los argentinos para evitar seguir comenzando la historia una y otra vez.