La «Brujita» cree que el dinero que se pone en las transmisiones debería ser asignado a educación y salud. Cree que nada sirve si no es parte de un proyecto.
“Las cosas hechas sueltas no sirven para nada. Tiene que haber un hilo conductor en todo lo que hacemos”. Juan Sebastián Verón sabe de qué se trata ser líder. Lo fue dentro de la cancha –en Estudiantes, Europa y la Selección argentina– y lo es hoy, del otro lado del escritorio.
¿Aspira a ser presidente de AFA?
Aspiraciones, no. Sí, obviamente que en todo lo que pueda ayudar para mejorar la calidad del fútbol y del espectáculo en todo sentido –para el público, para el futbolista y para las instituciones– estaré dando una mano. Hay que tratar de evolucionar con el fútbol argentino pero, te repito, no es cuestión de uno sino de conjunto. Todos los que estamos en este tema tenemos que estar preparados. Y quienes tengan ideas y ganas que vengan, porque hay mucho para mejorar y hay que empezar por algo para hacerlo.
Desde 2009, el Estado es titular de los derechos de televisación del fútbol. ¿Cuál es su opinión?
Nos llevamos bien. Hoy el Gobierno es socio del fútbol y es un poco lo que hay. El día de mañana se verá cómo sigue este vínculo. Que el Gobierno tenga que gerenciar el fútbol en su totalidad no es algo en lo que coincida: preferiría una apertura a lo privado y que el Gobierno, si quiere dar una ayuda, lo haga, pero también al fútbol formativo. Obvio, con una inversión direccionada, teniendo control, sabiendo desde dónde empezar y cómo hacerlo. Me gustaría, porque estarías apostando primero al valor humano, no sólo a lo deportivo, sino a lo educativo y social. Eso, sobre todo en estos tiempos, es fundamental.
¿Cambiaría Fútbol para Todos?
Si se quiere, que sea un mix. Si al Gobierno le interesa el fútbol porque quiere que siga como está ahora y que la gente pueda tener acceso libremente, está perfecto. Pero no me parece que se sostenga sólo desde un lugar. El Gobierno podría invertir parte de ese dinero en colegios, hospitales… Hay otros lugares importantes también, ¿no? Y además, si algo de eso puede ir destinado hacia lo formativo, realmente daría una mano grande a los clubes. – See more at: http://www.apertura.com/clase/Veron-Antes-que-en-el-futbol-el-Gobierno-podria-invertir-ese-dinero-en-colegios-y-hospitales-20150129-0008.html?utm_source=planisys&utm_medium=NewsletterApertura&utm_campaign=Apertura.com&utm_content=3#sthash.lvC0eceU.dpuf
Siempre entendió, también, que su carrera como jugador alguna vez concluiría, pero que ese inexorable momento –que estiró cuanto pudo, aunque el físico hacía tiempo pedía un respiro– no pondría fin a su vínculo con el fútbol, elemento que, al fin y al cabo, hilvana las escenas de su propia vida.
Nunca se alejó del rojo y el blanco de Estudiantes, la institución que, gracias a padre e hijo, tiene al apellido Verón a la altura de un prócer. Volvió de Europa en plenitud para ganar casi todo lo que se propuso con la camiseta del Pincha, y luego asumió que podía darle a su club, y a su vida, algo más que goles. Hoy, tras conseguir más del 70 por ciento de los votos en las elecciones de octubre de 2014, es el presidente de Estudiantes, un rol que ejerce con la firmeza y el carácter que mostró, durante años, con los botines y la cinta de capitán en su brazo.
A los 39 años, una edad que escapa a la tendencia del resto de sus colegas –algunos de los cuales lo superan por décadas–, y sin experiencia de gestión en un cargo similar, el reto es mayor. Pero no se asusta. “Es algo que busqué y fui pensando, sobre todo en el final de mi carrera, cuando uno mira para adelante y trata de proyectar qué quiere hacer. Iba imaginando y viendo dónde me podía meter y desde dónde quería seguir vinculado al deporte o al fútbol”, explica
Sebastián, como lo llaman en el club. Luce igual al Verón futbolista: con su mirada profunda, la cabeza afeitada a la perfección, su barba candado marcada al milímetro y una figura siempre estilizada, como si nunca hubiera dejado los entrenamientos del equipo en el country de City Bell. Pero es distinto. El Verón presidente entendió los desafíos y las circunstancias de su nuevo rol. La Brujita se toma el tiempo para contestar cada pregunta, gesticula con sus manos, habla pausado, sereno y hasta poniendo cuidado en la pronunciación de cada frase, lejos de aquellas palabras austeras y apuradas del jugador. “Me atrae la posibilidad de gestionar, llevar adelante un club y darle una impronta propia”, agrega, en la intimidad del despacho de Presidencia de la sede del club, en pleno centro de la ciudad de las diagonales.
Allí se lucen copas, diplomas y trofeos históricos mientras, en el piso, una réplica enmarcada de la boleta de la agrupación ADN Estudiantes que lo consagró en su actual cargo aguarda que le asignen su lugar en la pared. El mate y un paquete de yerba aparecen, en esa oficina, como los únicos elementos personales. Las prioridades, en estos primeros meses de mandato, son otras.
“Lo primero que tenemos como objetivo es cambiar la mirada de la organización del club, la forma de gestionar y de pensar la vida del deportista. Si bien, a diferencia de lo que viví en Europa, lo nuestro es una mezcla de amateurismo con profesionalismo, intentamos que puedan combinarse las dos cosas, que en un mismo ámbito puedan convivir ambas instancias y que el club también pueda estar involucrado dentro de las problemáticas que surgen con respecto a los chicos, los mayores y la comunidad en general. Ese, para nosotros, es un foco importante”, explica. La experiencia acumulada durante las dos décadas que jugó en el más alto nivel profesional en Italia y el Reino Unido le sirvió a Verón para incorporar valores y prácticas que, según afirma, intentará inculcar a la dinámica de su club en estos tres años de mandato.
Más allá del plano deportivo, que en una institución con la trascendencia de Estudiantes resulta ineludible, su foco está orientado hacia la conducción y la administración. “Afuera, la gestión tiene un perfil mucho más profesional y ejecutiva. Hay una relación más orientada hacia lo que es una empresa de lo que estamos acostumbrados en un club local. Hay una mayor fluidez y la organización se lleva mucho más tranquilamente: las estructuras están mejor contenidas, hay referentes en cada área y desde lo operativo es más sencillo. Eso no es fácil trasladarlo acá, porque en otros países los clubes son sociedades anónimas, con dueño; pero en algún punto tenemos que llegar a eso, tener esa referencia para ser lo más operativos posible”, sostiene, con un enfoque digno de un CEO.