VIVIR MURIENDO

La muerte de la esposa del ex presidente brasileño Luis Ignacio «Lula» Da Silva sirve para reflexionar sobre el triunfo de los valores humanos por sobre diferencias políticas. El límite del odio.

Michel Temer: el viejo aliado que derrocó a Dilma y se abrazó a Lula en el dolor

«Marisa murió triste», manifestó Lula frente al féretro de su esposa Marisa Leticia, en un emotivo y multitudinario velatorio que acabó con un duro discurso contra las acusaciones de corrupción que han perseguido al matrimonio el último año.

Y es que tanto el ex mandatario como sus seguidores creen que la complicada situación judicial que lo rodea y las acusaciones de corrupción que lo involucran fueron demasiado para la resistencia de la ex primera dama y la llevaron a sufrir el ataque cerebral que terminó con su vida.

Fernando Henrique Cardozo: el rival de siempre y un amigo en el dolor

Sin embargo pocas horas antes Lula había recibido en el hospital la visita del actual presidente Michel Temer quien, desafiando la ira de los simpatizantes del PT que hacían guardia en la puerta, no quiso dejar de llevar sus condolencias personales y las de una investidura que el paulista había representado durante dos períodos constitucionales.

Y una horas antes el clásico adversario político de Lula, el también ex presidente Fernando Henrique Cardozo, también se hizo presente para saludar a su viejo rival de antaño y llevarle su acompañamiento en este momento de dolor.

Abatido Lula recibió en el hospital Sirio Libanés, en San Pablo, a su adversario histórico, Fernando Henrique Cardoso, con quien se estrechó en un abrazo.

Balbín: frente a la muerte de Perón el viejo adversario acercó su afecto y apoyo

«El abrazo entre Lula y Cardoso fue la foto de la semana, una foto humana y de gran impacto nacional, que enseguida viralizó en las redes sociales» dijo hoy Joao Gabriel de Lima, editor de la revista Epoca, publicación semanal del grupo Globo.
«Ese encuentro puede ser el precedente de un reencuentro entre Lula y Cardoso, de Lula y Temer, de hombres que tuvieron buen diálogo político en los años de la transición democrática y hoy están enfrentados irracionalmente», agregó Joao Gabriel de Lima.

Hace unas décadas Ricardo Balbín repetía en el velorio de Juan Domingo Perón aquella frase que quedó clavada en el corazón de los argentinos: «el viejo adversario despide a un amigo», y obrando en consecuencia se puso al servicio de la reconciliación nacional por la que el malogrado presidente había luchado en los últimos tiempos y trató de colaborar con una viuda que no supo, no quiso o no pudo entender la hondura de aquel mensaje.

A veces los gestos de calidad humana son suficientes y otras muchas no logran torcer el destino de tragedia.

Por Brasil, por América Latina y por el valor de la política como instrumento del encuentro, ojalá los brazos de Lula, Temer, Cardozo y cada uno de sus conciudadanos puedan mantenerse extendidos en el calor que hermana.

Para que alguna vez se pueda vivir, muriendo…