(Por Adrián Freijo) – La designación de Zannini como compañero de fórmula de Daniel Scioli puede generar un nuevo escenario político en la Argentina. Macri y Massa expectantes.
Sorprendió el nombre pero no la intención. Todos sabíamos que Cristina iba a tratar de colocar en la fórmula presidencial a alguien que controlara cualquier intento reformista (ya no revolucionario) de Daniel Scioli. Pero nadie tuvo ni siquiera en cuenta a Zannini, ese integrante de la mesa chica llegado desde el maoísmo y al que, entre muchas otras cosas que seguramente aparecerán en las próximas semanas, se lo señala como el introductor en la Argentina de los rezagos de la banda Sendero Luminoso que está utilizando nuestro territorio para su relanzamiento.
«La inteligencia del Chino radica en mantenerse siempre con bajo perfil», solían decir en las cercanías de este apéndice de Néstor Kirchner desde los años 80. Pues bien, esa virtud ha quedado definitivamente enterrada.
¿Cuál es el escenario que genera tan abrupta decisión?. Si bien todo es posible en nuestra realidad, hasta que nada cambie, hay algunas consecuencias que pueden evaluarse como posibles.
1- El patetismo de Scioli quedó como nunca en evidencia. Su complejo de servil a Cristina explotó por el peor de los costados: si tan sólo se hubiese callado y no hubiese pretendido que fue él quien le solicitó a la presidente que Zannini integrara la fórmula, seguramente el manoseo hubiese pasado más desapercibido. Pretender que tuvo algún protagonismo –cuando hacía apenas cuatro días había dicho que su intención fuese que lo acompañase un gobernador– fue lo mismo que si Cámpora hubiese afirmado que Perón le consultaba que era lo que tenía que hacer. El patético dentista de San Andrés de Giles, que jamás hubiese soñado hacerse de una historia personal de la importancia que ahora pretenden darle, tenía al menos un rasgo de sobriedad y era el de no pretender jamás ser más de lo que era; un simple mandadero del líder.
Scioli, que no es más que el recordado Tío, tiene además infulas de importancia. Que a veces le han servido para flotar y otras, como ésta, para quedar en ridículo.
2- Es muy posible que muchos independientes que aún creían que «Scioli era distinto» huyan ahora despavoridos ante la evidencia de que su papel en Balcarce 50 será a lo sumo -y seguramente por muy poco tiempo- el del señor educado que recibe las visitas para introducirlas en el núcleo del poder. Algo que en los palacios suele definirse como mayordomo.
Porque en el kirchnerismo una cosa es ser distinto…y otra que te dejen serlo.
3- Los errores de Macri, que pareciera empecinado en asegurarse una derrota absoluta en octubre, hacen que poco a poco esos mismos independientes duden acerca de la conveniencia de darle su voto de confianza.
La fórmula Vidal-Ritondo en la provincia de Buenos Aires da toda la sensación de una jugada pensada para garantizar que se desvanezca toda posibilidad de triunfo en un distrito que ahora más que nunca era necesario para pensar en una victoria nacional.
Dos capitalinos, sin conocimiento ni carisma, no parecen los más indicados para lograr resultados en una región plagada de caudillos, mañeros y prebendarios, que huyen despavoridos cada vez que les hablan de cambios en un sistema corrupto que les ha permitido eternizarse en el poder.
Y porque además no ganó ni va a ganar en Santa Fe y seguramente en Córdoba va a perder por más de diez puntos con Schiaretti, tras tirar por la borda su mentado «purismo amarillo» y cerrar una alianza con la UCR que cada día está más lejos de entrar en el podio.
O es muy tonto…o es tan vivo que se dio cuenta que el peronismo reservaba para él un destino similar al que parece aguardarle al dubitativo motonauta que creyó imaginar que en esta competencia tampoco había rivales, como en las épocas de sus mentados triunfos sobre las olas.
3- ¿Y Sergio Massa?. Tal vez deba cambiarse el nombre por el de Lázaro…porque puede haber resucitado.
Si fuese vivo -calidad que ha ejercido muy poco en los últimos tiempos, convencido de que lo suyo era un paseo hacia la Rosada, puede juntar las decepciones de los independientes con la «maoización» de Scioli y con la «amarillación» de Macri y al mismo tiempo las furias peronistas, encrespadas por la designación de un hombre como Zannini que asegura retención de poder para una pequeña casta iluminada llamada kirchnerismo que iene por sí poco peso real en el gigantesco movimiento.
Los sueños «peronchos» de barrer con el recuerdo puingüino después de diciembre, desaparecen ahora de la mano de la debilidad de Scioli y la audacia de Cristina que les deja de herencia al vice, al Ministro de Economía, a ocho de los diez senadores nacionales que aún en minoría se eligen y a la totalidad de las listas legislativas.
Si Massa acierta captar a muchos de ellos y así revertir la tendencia negativa de los últimos tiempos. Y hasta puede conseguir que los independientes vuelvan a verlo como la gran esperanza blanca de esta Argentina prostibularia y, como en 2013, hasta los caudillos que en la caída buscaron dejarlo a un lado trabajen para su candidatura…aunque juren lealtad a cristina.
Claro que como decíamos más arriba…también puede ocurrir que nada ocurra.
Porque este es un país en el que a fuerza de tantas novedades diarias, pareciera que nunca hay nada nuevo.
Salvo, claro está, la decadencia.