(Redacción) – Antigua, casi como una caricatura de otra época, la Presidente sigue los cánones de esas abuelas y sus clichés: de eso no se habla y en casa todo está bien.
No hay nada que hacerle, Cristina se ha quedado en el pasado y pretende una Argentina que se fue irremediablemente.
El ciudadano medio no pelea contra imperialismos, no busca enemigos en cada esquina, entendió que los hechos están por encima de las palabra y sobre todo conoce al mundo real -tan lejano de las imaginativas visiones de esta «abuela gubernamental» aferrada a peleas que quedaron atrás hace cuatro décadas- y se da cuenta cuales son aquellos lugares donde el ciudadano es respetado y puede accionar libremente cada vez que sospecha que sus derechos no son respetado.
Cristina cree que twitter es un medio de comunicación creado para ella por La Cámpora o un aviso comprado en Tiempo Argentino o Página 12.
De la misma manera que aquellas abuelas desactualizadas creían que la nueva organización social había sido creada contra ellas y que un nieto hippie o gay era un ataque personal hacia su pensamiento e integridad.
El discurso de hoy –el «verdadero» y el orgásmico frente a los taxi boy del aplauso contratados para llenar los patios internos de la mansión de las vanidades- despertó más tristeza que enojo.
A muy pocos le importa ya lo que, con la escasa sorpresa que la caracteriza últimamente, la mandataria desplegara todos los clichés que le conocemos y que pretenden esconder la realidad y los negocios personales que jalonaron su mandato y que ahora, por la angurria de los vividores que la rodean, se han convertido en arrebatos torpes en los que nisiquiera importa dejar las huellas digitales y hasta la cédula. Total todos saben que «el pianito» va a terminar tocándolo la reina.
Porque los chinos moderarán su empuje si el próximo gobierno los pone en caja y van a seguir haciendo negocios aunque les impongan que no pueden llenarnos de trabajadores y militares porque la UIA discuta los salarios y aún trate de explotar a los trabajadores.
Gauchita la Presidente; en vez de perseguir el trabajo en negro y blanquear la verdadera inflación para que las paritarias tengan contacto con la realidad…trae chinos.
Hoy la imagen fue muy triste. Debemos confesar que casi la preferimos perversa, agresiva, mal intencionada.
No esta versión apagada de antigua dama ofendida, con las cortinas cerradas para no ver las minifaldas que pasan por la calle y convencida de que todo tiempo pasado fue mejor porque dividía a los muertos en buenos y malos.
Por eso mira la ESMA y no a Salta y sus chicos desnutridos, por eso pelea con Clarín y no conel Chaco de Capitanich, por eso se enfrenta a EEUU, Europa o Brasil pero no a la Cuba suplicante de hoy a al patetismo pajaril de Maduro.
Porque para las antiguas abuelas todo lo que no estaba en su mundo programado no existía.
También aquellas abuelas creían que «el silencio es salud» y que no hablar de ciertos temas era una forma de alejarlos…
Y Cristina es hoy una antigua abuela en miriñaque.