Descuentos Provincia: supermercados llenos, largas colas y demoras

Redacción – Dicen que la incomodidad vale la pena. Y es que un descuento del 50% es muy tentador para el golpeado bolsillo de las familias. Pero hay muchas preguntas sin respuesta y más quejas.

¿Cuánto ganan los supermercadistas?, ¿es posible un descuento del 50% y que la actividad siga siendo rentable?, ¿pierde el Banco Provincia con una promoción semejante?, ¿no podría organizarse todo de forma que la gente no se abarrote en los comercios adheridos?. ¿Cuáles son las reglas del mercado de consumo y del financiero en la Argentina?.

Son solo algunas de las muchas preguntas que la gente se hace cuando observa lo que pasa por estas horas con esta nueva modalidad de la banca provincial bonaerense de reintegrar el 50% de las compras de hasta $ 3.000 a sus clientes en las realizadas los segundos miércoles de cada mes.

Desde la banca privada sostienen que «solo un banco oficial puede llevar adelante una política de pérdida programada; total la plata no es de ellos». Desde la entidad involucrada se sostiene que la promoción «mueve a la gente a consumir nuestros productos (tarjetas de crédito y débito) y eso nos compensa largamente lo que pueda tener de quebranto esta operatoria».

Lo cierto es que la imagen de miles de argentinos empujándose, haciendo colas de más de diez horas, corriendo por las góndolas con el solo objeto de llenar los changuitos de elementos básicos de la canasta familiar y hasta peleando por un lugar o un producto, nos pone de cara al estado de postración de nuestra gente. Y no es que semejante maratón la corra el sector más débil de la sociedad, que no está bancarizado y mucho menos en posición de gastar varios miles en comida u otros productos de la canasta familiar. Es la clase media, ese especie en extinción que supo honrar a la Argentina, la que se animaliza detrás de una fecha, un descuento y una compra.

Queda flotando en el aire más de una sensación; y es la que dice que somos muy pobres, la que nos tilda de mansos sin rebeldía, la que nos señala que somos robados día a día y por fin la que nos susurra al oído que ya no hay piso para la indignidad.

Y que aún podemos estar peor.