El clásico Peñarol-Quilmes y la vigencia de una fiesta que es de todos

Por Florencia Cordero

Por Florencia Cordero

Se escribió un nuevo capítulo del clásico más importante del básquet argentino y se vivió una gran fiesta en las tribunas. El partido se desarrolló de manera normal con la convivencia pacífica de las dos hinchadas, algo que en estos tiempos es para destacar.

galerias-2326-foto8Como todo inicio de temporada es lógico que no se despliegue un nivel basquetbolístico de alto vuelo, pero la emotividad que se vivió en el primer Peñarol-Quilmes de la temporada fue el toque distintivo que hizo que la propuesta fuera atractiva para propios y extraños, más allá del resultado.

Quilmes supo cerrar el juego de manera inteligente gracias a la entrega de los jugadores que cargan sobre sus espaldas el karma de los clásicos. Después de un desarrollo de imprecisiones lógicas, el equipo de Leandro Ramella demostró convicción para llevarse el partido y no quedarse otra vez con las manos vacías.

galerias-2326-foto7En un final cargado de adrenalina, sobresalió el trabajo de Diego Romero y Maxi Maciel en situaciones clave, pero -aunque con intermitencias- Walter Baxley resultó fundamental en el Tricolor, al igual que Junior Cequeira que vivió de manera especial su regreso a Mar del Plata.

Es cierto que Peñarol extraña a Campazzo y sus apariciones fulgurantes, pero esa es la sensación del «afuera». Este nuevo equipo tiene en claro que sus posibilidades en esta Liga dependen de los jugadores que conforman el plantel actual. Y en ese sentido, sigue siendo Leo Gutiérrez el gran líder que guía al resto.

En una de sus innumerables batallas ante Quilmes, Leo Gutiérrez mostró toda su grandeza como jugador de carácter que además de aportar desde el juego volvió a demostrar que con una buena actitud puede convertirse en un verdadero ejemplo.

leoooTras recibir en la frente un fuerte codazo de Vildoza que lo dejó sangrando y lo obligó a recibir unos cuantos puntos de sutura, el gran gladiador «milrayitas» volvió a la cancha con una venda que le rodeaba la cabeza. Lo primero que hizo al regresar fue ir a saludar al base de Quilmes en un gesto que pasó a ser lo más valioso del partido. Mientras los hinchas «destrozaban» a Vildoza en Twitter, el referente de Peñarol hizo ni más ni menos que lo que debe hacer un jugador de su calibre, con su historia en la Liga y en la selección argentina.

Este Peñarol no es el mismo de la temporada pasada, pero mantuvo a una pieza vital para sus aspiraciones que es Adrián Boccia. Con su despligue ante Quilmes, dio muestras de lo fundamental que va a ser su aporte este año. Y tampoco se puede obviar en el análisis, el vacío que generó la ausencia de Martín Leiva en la pintura.

quillAsí y todo, el conjunto «cervecero» se dio el gusto por fin de vencer a Peñarol y lo hizo en buena ley. Con la base del equipo de la temporada pasada, la experiencia de Wolkowyski -que suma adentro y fuera de la cancha- y la determinación de siempre de luchar hasta el final de igual a igual.

El elenco Tricolor supo tapar algunos errores con otras virtudes y logró darle a su gente la mayor alegría que es gozar de un triunfo ante su clásico rival. Pero este primer capítulo del año es apenas un aperitivo. Un gran inicio para entender que el clásico de Mar del Plata es la fiesta de todos.

Hay que saber ganar y saber perder, de un lado y del otro.  Y para los neutrales, sólo quedará disfrutar y agradecer que todavía se pueden seguir jugando esta clase de partidos con una rivalidad histórica en los que aún se puede convivir en paz como las hinchadas de Peñarol y Quilmes demostraron una vez más.

vilds