El final del coloquio marcó el peor momento de las relaciones empresarios-gobierno

La tensión política fue la más fuerte de los últimos diez años, con una escalada de ataques al encuentro en Mar del Plata por parte de funcionarios. 

Los empresarios imprimieron un nuevo ritmo al 50° Coloquio de IDEA en la ciudad de Mar del Plata, con unos contrapuntos oficialistas que no llegaban desde Buenos Aires desde hace casi 10 años. ¿Por qué? Durante ese tiempo, el Gobierno decidió no asistir más el encuentro entre los número uno de compañías argentinas y políticos, dejando un espacio para que los opositores desplieguen sus discursos año tras año.

La crítica hacia el Gobierno ya pisó con fuerza durante la cena de apertura del Coloquio, cuando el presidente de IDEA, Miguel Blanco, dijo que el Gobierno busca imponer leyes para «aumentar el hiperpresidencialismo», y que el país fue perdiendo su lugar en el mundo por «decisiones erráticas».

Esa palabra que concentra al poder en una sola figura se repetiría una y otra vez en varios paneles del encuentro, y no pudo faltar en el discurso José Nun, ex secretario de Cultura. Mientras que manifestó que los argentinos hoy naturalizan situaciones que no lo son, reprochó al falseamiento de datos del Indec, el desmantelamiento de los organismos de control, y pidió que se recupere uno de los valores más importantes de la democracia: la responsabilidad.

El escepticismo por el futuro económico y la preocupación por la inflación fue una cascada de repeticiones entre los empresarios, en un Coloquio que mostró récord de asistencia en la era kirchnerista. El titular de la Unión Industrial Argentina (UIA), Héctor Méndez, aseguró que la inflación deberá bajar «porque con la fuerte recesión que hay no se pueden subir los precios». Y el presidente de Fiat, Cristiano Rattazzi, se caracterizó como siempre por sus duras palabras, al comparar a la nueva Ley de Abastecimiento con la normativa en Venezuela.

Si bien el panel de energía dejó mucha incertidumbre con respecto al futuro de Vaca Muerta, el presidente de Shell, Juan José Aranguren, dijo que es el «Santo Grial», y sumó a los pedidos de bajar la inflación la salida del cepo cambiario, que la semana que viene cumplirá tres años.

El número uno de la petrolera aclaró que nunca tuvo problemas para pedir dólares al Banco Central (BCRA), reconoció que el consumo de gas disminuyó con respecto a 2013 y el de nafta se mantuvo en los mismos niveles, con lo cual no fue necesario importar como antes. Pero Aranguren aclaró: «Es necesaria una planificación y políticas de Estado a largo plazo para desarrollar la industria, y ahora se está haciendo con parches. Los parches y las decisiones a corto plazo son siempre costosas».

Mientras tanto, las críticas no paraban de llegar desde Buenos Aires. «No se ha visto cuál es el contenido, más allá de la crítica habitual y el desfile de opositores, debería llamarse Coloquio ni una Idea», ironizó el jefe de Gabinete, Jorge Capitanich. Por su parte, el ministro de Economía, Axel Kicillof, calificó a la cumbre de «caricaturesca».

El gobernador bonaerense y candidato presidencial, Daniel Scioli, no tardó en sumarse a las diatribas. Dijo que los empresarios deberían realizar un coloquio donde se escuchen propuestas y no sólo críticas hacia el Gobierno. Esa respuesta llegó luego de su discurso el miércoles en el Coloquio, cuando dijo que el desarrollo de la Argentina dependerá en gran parte del acceso al crédito privado.

Incluso un sector del kirchnerismo intentó armar una contracumbre en la ciudad costera con la promesa de asistencia de Alejandro Vanoli, presidente del BCRA, y Emmanuel Agis, viceministro de Economía. Los funcionarios decidieron no asistir y la intención de generar polémica por parte del presidente de la Confederación General Económica, Ider Peretti, no prosperó y el seminario pasó desapercibido.