Padecieron durante todo el verano, perdieron su calidad de vida, su intimidad y su tranquilidad. Y negocio mediante nadie pensó en ellos. El ciudadano abandonado.
Hace mucho que el ciudadano argentino se ha convertido en rehén de los negocios privados que involucran al poder. Y el fútbol no es la excepción.
A cualquier gobernante al que le importase la calidad de vida de la gente le parecería absurdo el sólo pensar que la venta de entradas para los partidos de verano se realice en pleno centro, convirtiendo la vida de todo un barrio en un verdadero drama.
De hecho los marplatenses que viven en las inmediaciones del Club Kimberley han pasado un verano de zozobra, rodeados de miles de personas que pernoctaban en las puertas de sus casas, comían y desechaban residuos por las calles y veredas y realizaban sus necesidades donde podían, como podían…y cuando querían.
Y tuvieron que soportar más de un hecho de violencia y más de un atentado contra la propiedad privada, a la que debían cuidar junto a sus familias durante las 24 hs. para evitar riesgos mayores.
Es decir, estuvieron presos dentro de su propia casa parafraseando aquellos versos de César Isella que recordaban que «como el que se prende fuego andan los presos del miedo».
¿Y porqué?. Sencillo: desde hace mucho tiempo Albino Valentini y los organizadores de la Copa de Verano son los dueños de la ciudad y de las voluntades políticas locales.
A la ciudad poco le dejan -en realidad haciendo los números finos Mar del plata pierde dinero con el fútbol, a cambio de una supuesta promoción que ciertamente es discutible cuando de lo que más se habla es de las barras y la consecuencia de su presencia en la ciudad- y eso es seguro. No lo es tanto que no dejen alguna ganancia en la otra pata de la cuestión.
Es el caso de un vecino domiciliado en el lugar, quien se comunicó con LIBRE EXPRESIÓN para pedirnos la publicación de esta nota: «Soy vecino de calle catamarca y alvarado podrido sobre las ventas de entradas a hinchas de boca principalmente y ahora me encuentro atrincherado en mi propia casa sin control y a la deriva, que no pase nada, eso es la democracia eso es vivir bien. Saludos cordiales.
Nos pide además publicar su nombre y número telefónico para esperar un llamado del gobernador o del intendente, algo que por razones de seguridad preferimos no hacer, ya que ambos funcionarios pueden utilizarnos como intermediarios en el caso de querer hacerlo.
Pero ya se sabe: el ciudadano está para observar una realidad que no le pertenece y callarse la boca.
Aunque le orinen la casa, aunque molesten a su familia, aunque esté preso en lo que debería ser su mundo personal e inviolable.
Y el año que viene , Boca, River, Valentini y el que tenga que decidir por medio, volverán a padecer un nuevo infierno desde el que gritarán sin que nadie los escuche.
Y lo harán…como si tuviesen algún derecho.