El plan secreto del gobierno para quedarse en el poder

Esta semana se acelerará la tensión entre el gobierno y el poder judicial. Cristina necesita apurar una crisis institucional antes de ser imputada en la causa Hotesur.

No es la causa AMIA ni la muerte de Alberto Nisman lo que más preocupa al gobierno. En el entorno presidencial saben que no es mucho más grande, al menos por ahora, el precio político que deberá pagarse por estas cuestiones en las que todo parece salirle al revés a los estrategas de la Casa Rosada.

Creen que en la investigación del deceso del fiscal aún pueden aparecer cuestiones que agraven las cosas -la tesis del asesinato va a imponerse en cuestión de horas si no consiguen sacar del medio a la fiscal Fein que aún coptada por la Rosada no logra llevar la instrucción hacia donde le pide el gobierno- pero para esa eventualidad se reservan la carta de pasar todo a la justicia federal e ingresar de esta manera en una larga pelea jurídica que sólo podrá ser resuelta por la Corte, con los tiempos que ello representa.

Lo que desvela a Cristina es la causa HOTESUR y la posibilidad de que su hijo Máximo sea llamado a indagatoria.

Durante su estadía en Chapadmalal fue informada detalladamente por sus abogados de lo delicado de la situación. La torpeza de los movimientos dados por Lázaro Báez y los anteriores administradores no deja de sorprender a propios y extraños.

«Hicieron cosas de principiantes» dicen en las cercanías presidenciales, «¿si iban a truchar alojamientos que les costaba llenar el hotel aunque fuera de amigos?, se preguntan.

Pero las cosas son como son y todos saben que más temprano que tarde la causa va a llegar a la propia Presidente. Y esas torpezas volverán una utopía tratar de desvincularla.

«Báez les dejó servida la cabeza de Cristina» braman en la mesa chica del poder. Además saben que ésta no va a dejar que la situación de Máximo se complique demasiado. «Por mucho menos Boudou está procesado y Vanderbroele duerme en una celda», decían esta tarde.

Aquella decisión del autogolpe tiene entonces un elemento que se sostiene en el propio entorno presidencial. La pelea con el Poder Judicial y la notoria discusión interna en el propio bloque de legisladores no le dan al Ejecutivo seguridad alguna de poder continuar sosteniendo su estructura de dominación institucional actual.

Y ante esa carencia…lo mejor es arrasar con las instituciones.

«Saquen a Máximo de todo esto y háganlo como sea», ordenó Cristina a los suyos en la noche marplatense en que se tomaron las más graves decisiones.

«El problema es Báez» le contestaron, «dejó las huellas suyas, de su hijo y de toda la familia en todos lados».

«Entonces que vaya preso, calladito la boca o se atenga a las consecuencias» bramó la mandataria.

Por eso esta semana comienza la escalada final y seguramente los argentinos nos sorprenderemos de los límites que el kirchnerismo va a traspasar en su búsqueda de continuidad e impunidad.

El poder está cercado y su imposibilidad de negociar lo empuja a una situación que puede convertirse en su propio laberinto.