Guillermo Arroyo: la singular historia de uno que nunca llegó a Tell

Por Adrián FreijoGuillermo Tell era obsecado, el marplatense también; el suizo era diestro con las flechas, el nuestro lo intenta; aquel era famoso por su puntería, Arroyo (h) por lo contrario.

Según las leyendas, Tell era un habitante de Bürglen (pueblo del cantón suizo de Uri), ballestero, famoso por su puntería, de finales del siglo XIII y principios del XIV. Cierto día en el que Guillermo Tell, que hasta entonces no había desarrollado ninguna actividad política, pasaba por la plaza mayor de Altdorf acompañado por su hijo, rehusó inclinarse en señal de respeto ante el sombrero instalado en la plaza simbolizando al soberano de la Casa de Habsburgo.

Enteradas las autoridades lo obligaron a jugar su vida a un ejercicio siniestro: debería acertar con una flecha a una pequeña manzana colocada sobre la cabeza de su hijo y a 100 mts. de distancia.

Lo demás es conocido; el ballestero colocó dos saetas en su arma, disparó y logró acertar en el blanco. Preguntado sobre el destino de la otra flecha Tell dijo que estaba dirigida al corazón del gobernador, para el caso en el que el fallase e hiriese al joven.

Destreza, odio y orgullo se conjugaban en aquel hombre que, por sostener con imprudencia su dignidad, a poco estuvo de destruir lo que era su mundo y más amaba. Claro que acertó al blanco y logró, al menos, su principal objetivo.

Nuestro arquero lugareño, el levantisco Guillermo Arroyo, tiene todas las características del héroe de leyenda -nunca pudo comprobarse la existencia de  Guillermo Tell y en el caso del hijo del intendente es posible que en el futuro duden de que la misma sea cierta- menos justamente la más deseada: la puntería.

Gran gastador de flechas, disparadas a mansalva en nombre de Cupido, de la ira, de la exuberancia y del acceso a alturas imaginadas- Guilerrmo «El Nuestro» erra casi todos los tiros, se enoja, insiste y casi nunca logra otro resultado que la pifia.

Este fin de semana, furioso y amenazante, logró en el cierre de listas de Cambiemos un resultado ciertamente milagroso: pidió todo, le ofrecieron algo y consiguió menos. ¿La manzana?…seguramente aún esperando en el Valle de Río Negro que alguien la vaya a cosechar.

Volvió a la ciudad convulso de odios, acusando a los dioses y a los demonios, y pidiendo que Vilma Baragiola se cruzase ante la cruz de su arco tensado. Y cuando la vio, tiró…y lo bajó al pobre «Wally» Alló que pasaba por ahí planificando choferes y protocolos.

Erró el tiro, erró de manzana y muy posiblemente haya errado de siglo. Una vez vuelto al despacho de su devaluado líder, solo atinó a un desgarrador «papá…nos fregaron». 

Cuenta la leyenda que Guillermo Tell pudo por fin cumplir con su venganza y atravesó desde un escondite el corazón del malvado que lo había sometido a semejante experiencia. Algo que no le aconsejamos a «El Nuestro»; si intentase una revancha con quienes lo sometieron a tanta humillación debería gastar dos presupuestos familiares para comprar flechas. Y es sabido que el Clan Arroyo prefiere el arte de amarrocar salarios al de gastar en gestas heroicas a las que siempre es más barato recurrir en el terreno de la fábula.

Además Vilma ya se fue muy lejos, María Eugenia los quiere siempre lejos del tiro de ballesta y Mauricio piensa que si de manzanas se trata solo sirven para hacer compota.

Y por si fuese poco...»Wally» hay uno solo.