Haz lo que yo digo y callate la boca

El estado persigue a los automovilistas y se refriega las manos mientras les aplica  grandes multas por infracciones de cualquier tipo. Pero…¿tiene autoridad moral?.

Si usted o yo sobrepasamos un vehículo en una curva seremos sancionados con una multa que, según la jurisdicción de la ruta, oscila entre los $3000 y $5000.

Si usted o yo lo hacemos…no «ellos», los que sienten en el alma que las normas están para que las cumpla la gilada; o pague.

Sólo se trata de recaudar y no importa cuantas mentiras haya que decir para conseguirlo.

Y se trata de recaudar porque también se trata de gastar sin sentido ni planificación alguna. No importa si es para nombrar más y más empleados públicos -la administración en todos sus niveles creció un 87% en la década-, pagar publicidad y fútbol o construir una red de asistencialismo que asegure un porcentaje de población cautiva.

Por supuesto, ni hablar de esa corrupción que se lleva miles de millones de dólares de la gente para el bolsillo de los funcionarios…

Así no hay plata que alcance y hay que buscarla por todos lados. No vaya usted a estacionarse en un lugar prohibido -en general en Mar del Plata nunca están bien señalizados- o circular en la ruta a 5 km más de lo permitido.

No vaya a olvidarse del vencimiento de su seguro o de la VTV y mucho menos de la fecha límite de su registro de conductor.

Pero…¿es el estado un ejemplo de cumplimiento de las normas?, ¿tiene autoridad moral para señalarnos con el dedo, estigmatizarnos y meter la mano en nuestros bolsillos como castigo por las infracciones?.

La respuesta, aunque sea sólo el botón que alcanza para la muestra, la tiene en la foto que ilustra esta nota.

Porque aunque parezca una nadería es un eslabón más en esa cadena de abusos que convierte al sector público (en todos sus niveles) en una casta que está siempre por encima de los particulares que, no hay que olvidarlo, es el que genera la riqueza que unos pocos disfrutan en el país.