La pasión por bailar tango le abrió las puertas del mundo

La talentosa bailarina marplatense Natalia Cristobal Rivé encontró su lugar en París para desplegar su fuerte vocación por bailar el tango y brillar en los escenarios del mundo como embajadora de nuestra música popular.

Nació en Mar del Plata, pero desde sus inicios como bailarina se dio cuenta de que tenía que partir para poder crecer en su profesión. Llegó a integrar la pareja de baile de la Orquesta Municipal de Tango, pero el puesto obtenido no era rentado. En ese contexto, su impulso por superarse la alejó de la ciudad.

Y así fue que Natalia siguió perfeccionándose en Buenos Aires, donde se desarrolló con éxito como profesional por su carisma y profesionalismo. Allí recibió infinidad de propuestas, pero muchas de ellas alejadas de sus verdaderas aspiraciones. Probablemente, en muchos casos, su físico imponente llamó más la atención que sus verdaderas aptitudes.

Le ofrecieron pisar las tablas del Maipo con poca ropa (y por poco dinero), la tentaron de Ideas del Sur para formar parte del «circo» de Marcelo Tinelli, pero ella -cultora del perfil bajo- supo decir que no. Tenía claro que su vocación pasaba por otro lado.

Natalia quería bailar tango y el destino la llevó a París. Se fue a Francia por amor, pero de inmediato empezó a ganar espacios como bailarina y profesora. Nuestra música popular por excelencia le abrió las puertas del mundo para destacarse en los principales festivales de tango de distintos países.

En su visita a Mar del Plata durante el verano, Natalia da clases de Técnica Femenina en La Menesunda y disfruta a pleno de su tiempo en familia en su ciudad natal antes de volver a la cargada agenda de compromisos en Europa.

En diálogo con la periodista Florencia Cordero en el programa Un Lugar en el Mundo en los estudios de Radio Brisas, Natalia contó su historia de inmigrante acompañada por su hermano, el cantante de tango Martín Rivé.

natalia cristobal rivé