TUCUMÁN: PARA ARGENTINA QUE LO MIRA POR TV

Un pueblo que sale a la calle para exigir que, cualquiera sea su decisión, esta sea respetada por el poder. Y un país que lo mira con desprecio o expectativa, según su gusto, pero sin comprometerse

Con la misma mirada que posamos en un encuentro deportivo, esperando para ver si gana el equipo de nuestros amores o el rival, pero con la misma pasividad de un espectador, los argentinos miramos de reojo lo que ocurre en Tucumán sin tomar debida nota que aquello nos está pasando a todos.

No es tan solo el resultado local de una elección lo que allí se discute; Tucumán puede ser la gota que rebalse el vaso de la mugre electoral que corre su manto de mentiras sobre esa inagotable ficción en que vive la Argentina y a la que pomposamente llamamos democracia.

Hace décadas que ninguno de nosotros elige a sus gobernantes. Estamos autorizados a optar por un club cerrado de postulantes que se dividen el poder y el dinero y se van turnando para ubicarse en el escenario de las luces mientras los demás, solo por un tiempo, se esconden entre bambalinas para licuar el efecto putrefacto de sus corruptelas. Y de paso consolidar y disfrutar de sus bienes mal habidos.

Como aquellos caballeros feudales que eran transitoriamente desterrados por sus crímenes -cuando estos eran tan groseros que no podían ser cobijados por el «señor»- nuestros gobernantes encuentran en los cuerpos colegiados de la república el lugar de descanso que, al amparo de los fueros, les permitirá volver al centro de la escena tan solo con el pasar del tiempo.

Y ahí van, con el trasegado expediente de integrar una lista sábana, a escapar del castigo legal y de una vindicta pública que por su corta memoria ni siquiera es vindicta.

Por eso lo que ocurre en Tucumán no es cosa de tucumanos, como lo que ocurrió en Santa Fé no fue cosa de santafesinos ni la vergüenza de Pinamar es un problemita de pueblo chico.

Todo nos está pasando a nosotros, y lo más triste es que lo miramos por TV.

Hasta la hora en que comienza Showmatch…por supuesto.