Pegame y decime Cris: Kicillof sólo le trae fracasos a su mentora

Axel Kicillof, el ministro K más consentido por Cristina, exhibe un terrible fracaso en lo referido a la lucha contra la inflación. Sin embargo Cristina sigue apoyándolo.

La inflación es un fenómeno erradicado en los países bien organizados y más frecuente entre los que atraviesan experiencias traumáticas. La Argentina es uno de éstos. Las evidencias internacionales desmienten el diagnóstico oficial de que la inflación ayuda al crecimiento. Prueba de ello es que los países vecinos tienen mayor crecimiento con menor inflación que la Argentina. El retorno de la inflación al país es el reflejo de su retroceso. Para recuperar la estabilidad y el crecimiento será necesario abordar una desafiante agenda de reconstrucción institucional.

La teoría económica indica que la inflación es un fenómeno muy perjudicial. Por un lado, genera incertidumbre y desalienta el ahorro. Esto trae asociado un clima adverso a la inversión que limita la expansión de la producción y los empleos de calidad. Por otro lado, opera como un impuesto muy regresivo porque recae con mayor intensidad sobre los sectores más vulnerables. Mientras que la estabilidad de precios es una condición necesaria para el desarrollo, la inflación es fuente generadora de empobrecimiento.

Lamentablemente en la Argentina gran parte de la discusión en torno a la inflación está centrada en las distorsiones de las estadísticas oficiales. Mucha energía y tiempo se destinan a analizar el contraste entre la medición del INdEC (que estima la inflación anual en el año 2014 en el 23,9%) y las mediciones alternativas de los relevamientos privados (que señalan que el aumento de los precios al consumidor en el año 2014 habría sido del 38,5%). La ausencia de mediciones confiables de inflación es propio de un país primitivo, pero esto no exime de la obligación de dimensionar la relevancia del fenómeno.

inflacionidesa (1)

 

Para ello resulta pertinente contrastar tasas de inflación entre países de ingresos medios comparables con Argentina. Según datos de los organismos de estadísticas oficiales de cada país, se observa que:

> En los países de América del Sur y México, la inflación promedio es de 5,0% anual.

> En los países de ingresos medios de Asia, el aumento promedio de los precios al consumidor es de 2,7% anual.

> En los países de Europa del Este la tasa de inflación promedio es de 0,1% anual.

Estos datos indican que, cualquiera sea la fuente que se tome como referencia (la privada o la oficial), la inflación en Argentina está entre las más altas del mundo. Solo se ubica por debajo de Venezuela (63,9%) y en niveles similares a un país en guerra como Ucrania (24,9%). La inflación argentina supera a la de Rusia (15,0%), país bloqueado por USA y Europa. No hay dudas de que el ritmo de aumentos de precios que sufre la Argentina, aun considerando como válidas las estimaciones oficiales del INdEC, se corresponde con una economía que está funcionando muy mal.

La visión oficial es que la alta inflación oficial ayuda a sostener el crecimiento. Sin embargo, el INdEC informa que el nivel de actividad económica está estancado y con tendencia al declive. El último dato disponible correspondiente al 3° trimestre del 2014 señala una variación negativa de -0,8%. En el resto de la región, la mayoría de los países muestran variaciones de actividad económica positivas, como es el caso de Bolivia (5,4%), Colombia (4,2%), Uruguay (3,7%), Ecuador (3,5%), México (2,2%), Perú (1,8%) y Chile (0,8%). En todos estos países, la tasa de inflación oscila entre 3% y 8% anual.

Los efectos dañinos de la inflación que la teoría económica señala son palpables en la Argentina. No sólo que la actividad económica transita un período de recesión sino que, consistente con ello, el empleo formal en el sector privado también esta estancado. Mientras tanto, la mejora en la distribución personal del ingreso se detuvo y hay síntomas de reversión. Esto demuestra que los pobres están siendo los más castigados porque son los que menos herramientas tienen para defenderse frente a la inflación.

La inflación no se combate manipulando índices. Tampoco negándose a imprimir billetes con denominaciones que faciliten las transacciones y el funcionamiento de las cajeros automáticos. Mucho menos pretendiendo fijar precios en reuniones entre burócratas y representantes de las cámaras empresarias para analizar estructuras de costos. Por el contrario, la clave de la estabilidad con crecimiento es un manejo prudente de la política fiscal y reglas para que el Banco Central actúe con independencia en pos del objetivo de cuidar el valor de la moneda. Ambas, son áreas centrales de la agenda de reconstrucción institucional que deberá abordar la Argentina en los próximos años como prerrequisito para ingresar en una senda de progreso social sostenido.