(Escribe Adrián Freijo) – La ausencia de Aldosivi en el torneo veraniego muestra que los clubes de la ciudad están condenados a luchar en soledad para destacar.
El sábado 23 de agosto de 2008 la Selección Argentina se consagraba campeona olímpica de fútbol en un día inolvidable para el deporte argentino. En esa misma jornada la “Generación Dorada” conseguía otra medalla idéntica para el país y consolidaba el mito de una época que difícilmente vuelva a repetirse.
Sergio Batista, el técnico de aquél equipo que con Riquelme y Messi como abanderados, no se durmió en los laureles ni creyó que lo hecho era suficiente.
Una semana después, a escasas cuatro horas de haber retornado a Ezeiza, el Checho estaba en Mar del Plata reunido con el intendente Gustavo Pulti.
¿El motivo?, traer a la ciudad el centro de alto rendimiento de la AFA que, con similares en tres zonas distintas de la Argentina, tendrían como objetivo detectar talentos y prepararlos desde jóvenes para las selecciones nacionales.
Aquella reunión en el despacho principal de la comuna, de la que fui parte por ser el nexo entre el seleccionador y el intendente para concretarla, me dejó en claro cual era el destino del fútbol local: la lenta pero inevitable extinción.
Tras una medulosa exposición del Cuerpo Técnico de la Selección, llevada adelante por el profesor Salorio y el propio Batista, Pulti estaba realmente entusiasmado por una posibilidad que venía con una oferta extra: la AFA se haría cargo del mantenimiento del estadio José Maria Minella y generaría a su alrededor toda la estructura física necesaria par alojar a los chicos que vinieran del interior, solventando parte del emprendimiento con al menos tres partidos de la selección mayor en temporada baja. Un verdaero éxito para mostrar.
Uno sólo de los presentes se opondría a tal propuesta; el entonces titular de la Liga Marplatense de Fútbol Jorge Bosco sostuvo que sólo se trataba de construir un lugar en el que los intermediarios podrían observa y tener a su alcance a los mejores jugadores.
“Mirá, Gustavo” -dijo con absoluta naturalidad- cuando las selecciones de Mar del Plata tienen que competir en torneos importantes yo personalmente me ocupo de que esté compuesta por los peores jugadores, para evitar que se los lleven”, sostuvo como si se tratase de algo lógico.
“¿Vos te creés que hice todo eso para ahora mostrar a los mejores y que otros hagan negocio?”, cerró ante el estupor de todos los presentes.
Batista se fue, la Selección se alejó y Tandil se quedó con el proyecto aunque luego, por motivos que no vienen al caso de esta nota, el emprendimiento quedó demorado.
Y aunque el fútbol sea uno de los diez negocios más importantes del planeta… la ciudad lo perdió.
Hoy Mar del Plata tiene un club en la división máxima del fútbol argentino. ¿Por qué no juega el Torneo de verano?.
¿Por qué la municipalidad no hizo la fuerza que puede ejercer –es la dueña del estadio ¿o no?- para que miles de hinchas de Aldosivi y muchos más de la ciudad puedan ver a su representativo compitiendo con los “grandes” del fútbol nacional?.
Cómo en décadas anteriores lo hiciese la selección local, invitada natural a esos encuentros de verano.
Claro que en esos años Mauro Spina era el presidente de la organización rectora y su principal sueño era colocar al fútbol local en los primeros lugares del concierto nacional.
No hacer negocios personales.
Aldosivi está donde está por el esfuerzo de sus dirigente, se coincida o no con la forma en que lo encararon, y porque este año había que ser demasiado malo para no ascender.
Pero Peñarol es lo que es porque Domingo Robles y su gente se empecinó en demostrar que se podía, en el medio de la más absoluta indiferencia del poder político que hasta ha llegado a privarlo de su escenario natural tan sólo para ver ingresar algunos pesos a las arcas municipales.
Y Juan Curuchet llegó aquel mismo año a la medalla dorada en Beijing porque Antonio Toledo lo apoyó, en las buena y en las malas, desde el inicio de su carrera. Aunque hoy lo “disfrute” Daniel Scioli que casualmente por entonces pudo hacer mucho por él y no hizo nada.
Y Claudia Rodriguez, y Nora Vega, y aquella generación de Ibarguren, Scafatti y Narciande. Y tantos otros…
El deporte de la ciudad sólo es atendido cuando se puede sacar algún rédito político, y el fútbol no puede ser la excepción.
Aldosivi encara a partir de ahora el máximo objetivo que a nivel nacional puede encarar un club local: quedarse en Primera para siempre y convertirnos en una plaza futbolística apetecible.
La Copa de Oro pudo ser un puntapié inicial más que importante, por el escenario, los rivales y sobre todo la televisión.
La Municipalidad pudo negociar para que ello se lograr y no lo hizo; o lo hizo tan flojamente que ninguno de nosotros se enteró.
Lo dejaron sólo… no lo hagamos también nosotros.