Curuchet castiga a Pulti, Randazzo castiga a Scioli, los intendentes del conurbano se castigan entre ellos; y la gente azorada ve como el poder se rompe en mil pedazos.
Tal vez ha llegado el momento en el que quienes tengan aspiraciones de poder comiencen a mostrar gestión y antecedentes. O tal vez lo que haya que cambiar en la Argentina son los parámetros que utiliza la política en general.
Figuras llegadas a los lugares de decisión por el sólo hecho de contar con padrinazgos y simpatías están aprendiendo que hacer política es destruir al otro. Y siguen sembrando angustia en una sociedad harta de peleas, asqueada de corrupción y asustada ante la falta de límites de sus «representantes».
Juan Curuchet fue un gran campeón deportivo. Ejemplar en su esfuerzo, sus sacrificios y sus resultados. Pero sería bueno que ahora recordase aquella soledad en la que tuvo que luchar para lograr sus objetivos y sacase en conclusión que para que nadie pase por sus angustias y broncas se trata de sumar y no de restar.
Florencio Randazzo tiene todo el derecho del mundo en sentir que él es el verdadero heredero del kirchnerismo. Sabe que la línea dura del poder lo ha elegido para cortar el paso de Daniel scioli, al que consideran un advenedizo oportunista que apenas se ponga la banda va a tirar por tierra «la década ganada».
Sin embargo sería bueno que recordase, y con él todos sus fogoneros, que el gobernador de la provincia ha mantenido una lealtad absoluta tanto a Néstor como a Cristina Kirchner. Pretender que Scioli es otra cosa que lo que hoy nos gobierna es una ingenuidad; ya ni siquiera importa lo que piensa o si no piensa: Scioli es kirchnerismo y eso se verá con claridad cuando alumbren las listas del oficialismo y en ellas estén los que quiera Cristina y no los que a él le gustarían.
Pero hoy fue un día de caretas caídas. Los que no mueven en las encuestas, los que nada han gestionado, los que sólo saben pedir dinero para su lucimiento, pusieron en evidencia que lo que viene es una pelea salvaje que ahondará la brecha existente entre los argentinos.
Y eso, gane quien gane, no es bueno para nadie.
Ni para ellos…..