Un gobierno municipal que convierte todo en una licuadora

Por Adrián Freijo Todo es un caos en torno a Carlos Arroyo; nadie sabe que cosa anda bien y que otra ni siquiera funciona. Y ya nadie oculta que ese desorden comienza a favorecer la corrupción.

A nadie puede entrarle en la cabeza que en el corazón de la Avda. Juan B. Justo se instales un parque de diversiones sin autorización alguna. Simplemente porque no es posible…

En cualquier ciudad con un destello de normalidad, y en un lugar como ese, colocar una simple calesita sería un verdadero incordio. No hace tantos años en Mar del Plata hubo quien, al amparo de supuestas organizaciones sin fines de lucro que decían ayudar a instituciones locales, pretendió apropiarse de las plazas públicas en beneficio propio.

El trabajo constante de la prensa -denunciando con la misma firmeza que ahora lo hace- evitó que se saliera con la suya. Y puso en evidencia además que detrás del brutal intento había un grave caso de corrupción que involucraba a funcionarios comunales de la época que habían aceptado dádivas de campaña a cambio de mirar para el costado o al menos forzar la interpretación de las ordenanzas vigentes.

Desde comienzos de este mes se  trabaja incansablemente en la instalación de un parque de diversiones en la manzana de avenida Juan B. Justo, Valentini, Solís y Bestoso; predio que durante años estuvo desocupado y desde hace unos meses se encuentra a la venta.

En la manzana en cuestión sobresale la imponente estructura del carrusel Titán de Luxe, promocionado como “la calesita más grande del mundo”. Se trata de una obra de la firma Felimana Luna Park, que en su sitio de Internet anuncia que el próximo 1 de enero se inaugurará el “parque de diversiones familiar”.

También adelantan que el lugar contará con “más de 20 atracciones diferentes para niños y adultos” e informan que el Titán de Luxe posee tres pisos totalmente funcionales, escaleras y ascensor opcional para personas con movilidad reducida. También cuenta con 104 caballos con movimiento ascendente y descendente, 9 carrozas y 6 góndolas tapizadas. Cada carroza o góndola tiene capacidad para 4 pasajeros.

Además, la calesita lleva 6500 lámparas incandescentes protegidas por cubiertas italianas y el piso es de madera tarugada, lustrada y laqueada. “Cada caballo, cada pieza, cada detalle es realizado artesanalmente, fabricado con los mejores artículos de lujo, desde crines reales de caballos, y riendas de cuero en sus caballos, hasta tapizados en pana natural. Cada acabado en este carrusel es único y de la más alta calidad”, indican en la página de marras.

¿Puede una empresa invertir semejante cantidad de dinero sin siquiera haber iniciado un trámite de habilitación?, ¿es creíble que haya empresarios tan irresponsables que arriesguen tanto capital en una aventura sin destino alguno?.

Ciertamente no es posible ni es creíble…entonces la conclusión es obvia: alguien desde el poder les hizo un guiño para que se instalaran y comenzaran a recaudar.

¿O será que la inoperancia y falta de capacidad de los funcionarios de esta administración ha trascendido ya en forma tal que cualquiera -desde un mantero a un empresario de parques de diversiones pasando por carrindangos de venta de alimentos o constructores con vocación de otorgarse a si mismos excepciones que duplican la superficie permitida en determinadas zonas- sabe que en Mar del Plata se puede hacer lo que se quiera sin que nadie atine a hacer nada al respecto.

No hay tercera opción entonces: o estamos frente a un grosero acto de corrupción o una vez más a Carlos Arroyo alguien lo está tomando para el churrete.

Claro que si averiguamos quien es el propietario del terreno de marras podríamos comenzar a entender muchas cosas. Sería escandaloso que perteneciese a alguien cercano al poder o a quien necesitase lavar dinero con un estrepitoso fracaso como sería, por ejemplo, montar un parque que fuese clausurado antes de arrancar causando un millonario quebranto.

Pero esa es otra historia…