Y un día la gente dijo basta y creó su propia «normalidad»

Por Adrián FreijoMientras la clase política discute, se pelea y trata de sacar ventaja sobre el adversario los comerciantes y los vecinos tratan de generar una nueva normalidad para sus vidas.

El tiempo dirá si se trata de una inmenso error cuyas consecuencias se medirán en contagios y muertes o si realmente la comunidad es capaz de asumir en sus manos las responsabilidades del cuidado común y logra generar una nueva normalidad en la que el cuidado del otro es algo tan importante como el propio.

Pero mientras los gobernantes resuelven donde estamos parados y que es lo que se puede y lo que no, miles de marplatenses salieron a la calle, ocuparon las mesas de cafés y confiterías y comenzaron a vivir un tiempo distinto en el que unos vuelven a trabajar y muchos se reencuentran con costumbres cotidianas de las que fueron privado, tal vez, por un tiempo excesivo.

Las últimas horas mostraron dos caras muy distintas de una misma realidad: la política enfrascada en un combate perpetuo en el que la mentira, los datos tergiversados y las maniobras más bajas son válidas en el camino hacia el poder y la gente exigiendo las respuestas que hasta ayer nomás esperaba, pedía o tan solo imaginaba que le iban a ser dadas como algo natural en la relación entre gobernantes y gobernados.

Lo que sigue ahora es de manual; militantes, activistas, trolls y especialistas en comunicación convertirán en intenso y sanguinario un pequeño escenario que, por lo ruidoso y rimbombante, aparecerá en los medios como representativo de la realidad.

Pero la gente, tomando un café, paseando por las calles de la ciudad, concurriendo a su trabajo o tan solo acomodándose a una vida necesariamente distinta pero inevitable, tomará un camino que sin proponérselo ni desearlo la alejará cada vez más de ese mundo que no entiende, no le sirve y con el que no quiere saber nada.

Una lección sobre la empatía en democracia que deja esta pandemia y que no todos parecieron aprender…